Arte en París

La ciudad francesa combina arte en la calle y en museos. Un recorrido cultural sin igual.

El arte en París está por todas partes. Se encuentra en la entrada art decó de algún metro, en una calle extremadamente angosta, en una galería de pinturas modernas, en una escalera de piedras, en una estación de metro completamente metalizada, y, por supuesto, en los museos. El arte invade las vidas de los franceses y de los millones de turistas que flanean por las calles observando todo, intentando registrarlo todo desde el lente de una cámara y dejarlo marcado en la memoria por siempre.

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EN LAS CALLES

Una de las entradas de metro más famosas de París es la estación que está frente al Moulin Rouge. Su construcción art decó, sus escalinatas, los pasillos y hasta el baño son objeto de fotografía turística. Para el distraído, quizás podría no notar que muchas de las entradas de metro parisinas tienen el cartel «Metropolitain» decorado con los firuletes que componen el art decó. Los carteles que se levantan con base de faroles que dicen «Metro» también son una pieza de arte.

Las fuentes, las esculturas que marcan la entrada a los jardines del Louvre, los grabados en la base del Arco de Triunfo, las rejas que bordean los parques de Le Marais, los bancos que se sientan a los costados del Champ de Mars, los graffitis en las paredes, los artistas callejeros. Todo es arte.

Sin dar muchas vueltas, es fácil encontrar a los artistas que marcan el compás de la vida parisina. Están en las estaciones Châtelet, por ejemplo, cantando una ópera a viva voz, o tocando con una orquesta. Son algunos de los 300 artistas que pasaron las audiciones y que cuentan con los permisos municipales para realizar su show en el subsuelo más transitado. Por eso, su talento puede reconocerse desde que se bajan los primeros escalones.

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En las callecitas de Montmartre o en los bordes del Sena, son otros los artistas callejeros. Pintores o dibujantes, buscan vender sus creaciones a turistas distraídos. Muchos pintan en vivo, otros tienen impresiones en miniatura de grandes cuadros de Toulouse Lautrec, por ejemplo.

Para los amantes de las plantas y los jardines, Versailles es un recorrido imperdible. De entrada gratuita, los franceses van a los inmensos jardines para ejercitarse, respirar aire fresco y sentarse cerca de los arreglos florales que solían ser de los reyes.

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EL LOUVRE

Una visita que no falta a quien viaja a París es uno de los museos más grandes del mundo, y recorrerlo por completo podría llevar hasta 6 días. Para visitarlo en sólo una jornada y salir airoso, lo ideal es ingresar bien temprano cuando abre a las 9 de la mañana. Los mejores días son los miércoles y los viernes, ya que el horario de cierre es a las 21:45hs. Con la entrada en mano (más información en «Cómo recorrer los museos»), se puede entrar por debajo del arco, al Carrusel del Louvre, sin hacer cola y evitando así perder una hora. Una vez adentro, vale la pena gastar los €5 de la audioguía que nos acompañará hasta las últimas horas, explicando y reseñando cada obra.

El Museo está dividido en tres áreas: Richelieu, Sully y Denon, donde se encuentras las salas más concurridas: las que tienen arte italiano. Allí es donde está la obra de Leonardo da Vinci más famosa, Mona Lisa, una de las primeras obras que se compró. Para empezar, mejor evitarla lo más posible y comenzar por Sully. En la planta baja, las esculturas griegas y etruscas reciben los primeros rayos de sol. Completamente vacías al comenzar la jornada, son inspiradoras. En esa misma planta están las obras Egipcias, entre las cuales se encuentra la estatua Colosal de Ramsses II.

Siguiendo el recorrido de las esculturas, que continúan en el primer piso de Sully, se podrán ver las cerámicas griegas, que incluyen joyeros realizados en piedra, y escritos tallados. Un piso más arriba y podrán ver algunas pinturas francesas, como las de Ingrès, inigualable artista que retrataba a las mujeres de la época en su estado natural. Al terminar este pequeño recorrido, se puede pasar por las escaleras principales a Denon.

Una vez de ese lado, es inevitable no encontrar la obra de Da Vinci. Los carteles en las escaleras son a prueba de distraídos. Una vez en la gran sala, una multitud de turistas van avanzando ordenadamente hasta llegar a la pequeña gran obra. Es una de las más custodiadas del museo y nadie puede acercarse por completo ya que está protegida por una vitrina y una soga. En todo el primer piso de esta área hay mucho arte para ver. Son pinturas y dibujos, imponentes como La consagración del Emperador Napoleón I, de J.L. David. Hay obras de pintores españoles, ingleses e italianos de los siglos, XII a XVIII.

En la planta baja de Denon quedan todavía algunas antigüedades griegas, y las esculturas, como la Venus de Milo, Captive de Michelangelo. Hay también una puesta en escena con diferentes trabajos en mármol con escritores, poetas, artistas y hasta obispos franceses.

Para esta altura de la caminata ya es más de la una del mediodía y se puede hacer una parada para almorzar. Quienes tienen el Musée Pass podrán entrar y salir cuantas veces deseen del Museo, incluso a la superficie a tomar aire. El pequeño buffet de la planta baja, al lado de donde se compran las entradas, tiene menú en precios promocionales con porciones generosas que incluyen entrada o postre. No vale la pena tomarse mucho tiempo para almorzar, pero sí para relajar un poco los pies.

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La segunda etapa de la visita será en la entrada de Richelieu. Esta vez, la planta baja sigue con esculturas y una galería abierta que permite ver las obras del subsuelo. En el primer piso, artes decorativos como mueblería, porcelanas y objetos personales de la realeza datan del siglo XVII, el Renacimiento y el siglo XIX. Del otro lado, las habitaciones de Napoleón III. Cabe destacar que estas habitaciones no fueron donde dormía el rey sino que llevan ese nombre porque el estilo decorativo representa la época en la que reinaba.

Un piso más arriba, más pinturas de diferentes nacionalidades: alemanas del siglo XVIII, holandesas del XVII, entre otras. Son grandes pinturas, como las de van Eyck, o el famoso cuadro de Garbeille d’Estrées y su hermana. Antes de salir de las salas, si aún quedan algunas horas se puede visitar el subsuelo del Sully, donde se encuentra el Louvre Medieval: la vieja construcción del fuerte, antes de ser un castillo.

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EL MUSEO DE RODIN

Entre plantas, árboles y fuentes, las esculturas de Rodin están al aire libre, en el Hotel Biron. Ubicado cerca del Hôtel des Invalides (donde está la tumba de Napoleón), fue construido en el siglo XVIII, y su duelo era Maréchal de Biron. Luego fue un colegio para jóvenes niñas, y en 1904 el estado francés lo apropió y lo alquilaba a artistas como Jean Cocteau, Henri Matisse y la bailarina Isadora Duncan. En 1908, Rodin descubrió el lugar y alquilaba 4 habitaciones, hasta que lo tomó por completo en 1911.

Los jardines cubre tres hectáreas y forman un paseo perfecto para un día de sol, para perderse durante algunas horas, caminando, aprendiendo mucho sobre sus trabajos y tomarse un helado frente a la gran fuente del fondo.

La guía es gratuita y se pide antes de ingresar, cada obra tiene un número con su explicación, entrevistas y hasta música a tono. La escultura más observada es la de El Pensador, ubicada a la derecha del jardín.

También tiene un recorrido interno, con obras en mármol y una segunda sala con trabajo de Camille Claudel.

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ARTE IMPRESIONISTA

Dos museos parisinos tienen salas dedicadas esclusivamente al arte impresionista. Ubicado al final del Jardin des Tuileries, el Museo de L’Orangerie tiene solamente dos pisos. En el primero, la gran puesta en escena de las Water Lilies de Claude Monet. Son dos habitaciones circulares con pinturas al rededor que forman un mismo paisaje, con paneles panorámicos. La prioridad está en el azul y en colores fríos, para mostrar los reflejos de las plantas en el agua.Allí, la gente se sienta en los bancos a mirar en silencio los panoramas que parecen repetirse.

En el otro piso, la colección de Jean Walter & Paul Guillaime. Tiene pinturas de Renoir, Cézanne, Modigliani, Matisse y Picasso, entre otros. Es pequeño y el recorrido se hace bastante rápido.

Del otro lado del Sena, cerca del Museo de Rodin, está el Museo d’Orsay. También se puede alquilar una audioguía, que vale la pena ya que cuenta con diferentes explicaciones y entrevistas a especialistas.

Con una fachada imponente, este museo solía ser una terminal de tren, utilizada entre 1848 y 1915. Pinturas, más esculturas, mueblería y fotografías recorren las salas de este imperdible museo. Vale la pena recorrerlo por las obras de Monet, Manet, Degas, Renoir, Cézanne, Seurat, Sisley, Gauguin y la gran sala con las de Vincent Van Gogh.

En la entrada se puede pedir un mapa que especifica cada muestra y cada sala. El museo tiene unas escaleras mecánicas al fondo que suben directamente al 5º piso donde están las obras impresionistas de los artistas del Salon des Refussés, como «Le Balcon» de Manet de 1868, las bailarinas de Degas, naturaleza muerta de Henri Latour, «La Noche estrellada» de Van Gogh.

Luego se va bajando piso por piso, por las escaleras, sin perder de vista al mirador que deja ver todas las salas desde arriba. En la planta baja, las esculturas sirven de pasillo para quien visita las salas de la izquierda y la derecha siguiendo el orden numérico.

En las últimas salas, son las obras de Toulouse Lautrec las que más atraen. Coloridas, cuentan historias de mujeres que bailaban en el Moulin Rouge.

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ARTE MODERNO

El Centro Georges Pompidou es un complejo de arte ubicado cerca del shopping Les Halles, y de Le Marais. Moderno por dentro y por fuera, tiene varios pisos y una escalera mecánica con una de las vistas más interesantes de París. Desde ahí se puede ver Montmartre, la Torre Eiffel, el Arco de Triunfo y La Défense.

El edificio fue diseñador por un grupo de arquitectos en los años ’70. Este año, una de las muestras más esperadas es la de Roy Lichtenstein. El artista confiesa su método: primero dibuja en lápiz sobre el lienzo. Al principio pintaba directamente y se quedaba sin espacio, por lo que decide ser más cuidadoso. Mira la obra con un espejo, porque considera que al trabajar mucho tiempo sobre algo uno ya no puede ver los errores, y el espejo permite una nueva perspectiva. Utiliza regla y stencil para ser prolijo, aunque quiera que sus obras se vean sencillas, como que no tienen trabajo detrás.

Lichtenstein tiene una sala dedicada a sus trabajos inspirados en el arte chino, otra con desnudos, una más con el Artist Studio de Mickey Mouse, espacios con objetos que se venden como arte y una reinterpretación de cuadros famosos con sus estilo.

En los otros pisos, diferentes muestras de arte moderno estable, como Marcel Duchamp, entre otros.

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COMO RECORRER LOS MUSEOS

Para tener un recorrido sin tropiezos, lo más práctico es comprar el Musée Pass, un pase de 2, 4 o 6 días que permite el ingreso a muchísimos museos y monumentos parisinos, incluyendo el recorrido completo de Versailles y el Arco de Triunfo, de día o de noche. Si la idea de la visita es hacer más de dos museos y Versailles, en el precio ya es conveniente.

Entre otros beneficios, el Musée Pass permite ingresar a los museos sin hacer fila, entrar y salir cuantas veces se desee, o regresar otro día. Pero, no tiene acceso a las muestras temporarias, por lo que se debe consultar en la web. Se puede comprar en la entrada de cualquiera de los museos.

Para realizar un recorrido eficiente de museos y monumentos, una buena opción podría ser: Miércoles, Centre Pompidou, entre visitas de otros barrios como Le Marais y Montmartre. Jueves, Versailles. Viernes, Louvre, L’Orangerie y el Arco de Triunfo de noche. Sábado, Orsay, Rodin y Les Invalides. Si al planificar el viaje queda un domingo, y este domingo es el primero del mes, entonces todos los museos son gratis. Las colas son largas, pero si quedó alguna obra pendiente, es un buen momento para chequearlo, sin gastar de más.

Links

www.centrepompidou.fr
www.musee-orsay.fr/en
en.parismuseumpass.com
www.louvre.fr/en
www.musee-orangerie.fr

* Artículo original publicado en la Revista Slm de Noviembre 2013

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