Cuando vi el trailer de la película me conquistaron sus canciones y el vestuario, y el potencial romance entre Ryan Gossling y Emma Stone que tienen una química fabulosa en la pantalla. Pero fue otra la historia que me mantuvo de principio a fin atenta a todo, no miré el celular ni una sola vez, y eso es mucho decir.
En Lala Land, una actriz que es rechazada para distintos papeles y un músico que se queda si trabajo se encuentran. El camino de la vida los encuentra. Y lo que creíamos sería una historia de su romance como pareja, es en realidad una historia de su romance con su propia carrera, con crecer como artista, encontrar un lugar, con poder cumplir esos sueños que tenemos en hold, mientras trabajamos de otra cosa para pagar la renta o nuestros pequeños placeres.
Como quizás les pasa a otras emprendedoras, freelancers, artistas, escritores y personas que han elegido una carrera no tradicional, muchas veces nuestro trabajo puede ser descartado simplemente por «gusto» o un «feeling» y no precisamente por la performance o el resultado. Hay muchos sentimientos involucrados en este rubro o tipo de trabajo, así como sucede con los actores y los músicos.

Sebastian (Ryan Gosling) y Mia (Emma Stone)
Por algo se llevó tantos Golden Globes y todas esas nominaciones al Oscar. Es que David Chazelle, el director detrás de Whiplash (otra gran ganadora el año pasado), no dejó nada al azar en este emprendimiento, con una dupla de actores que están en su máximo esplendor y esa canción que se puede tararear y no se te despega.
«City of stars, are you shining just for me?» canta Gossling y yo cierro los ojos y me recuerdo que tengo un sueño por cumplir y hay que seguir trabajando para conseguirlo, porque nada se da solo en esta vida. Aunque muchas veces, las personas que nos inesperadamente pone delante el destino están aquí para ayudarnos, encaminarnos, darnos ese empujoncito.