No hay nada más lindo que sentarse del otro lado de la mesa, en un bar. No importa cual bar, ni del otro lado de quien. Importa que uno esté sentado ahí, observando, escuchando, pensando. Contando y describiendo historias, sueños.
Los bares tienen ese no-se-qué que hacen que una se sienta cómoda, invitada. Como en el espacio que eligió Mercedes Bulacio para la producción de la estilista Carina Brandan. Un bar. Y levantarle el glamour no es fácil, ya verán. Una mesa de pool, un gangster pistolero, un juego de poker, un trago en la barra. Cada cosa cuenta su historia y tiene su momento en el bar. Y nos sentimos identificadas, al menos por uno.
Sino, podemos elegir ese bar en el que se juntaban las hermanas San Juan en Para Vestir Santos, el unitario que se llevó el Martín Fierro de Oro este año. Y gran momento para la Alfombra Roja. Los artistas argentinos se animaron a los diseños de
Pablo Ramirez, Benito Fernandez, Garza Lobos, Evangelina Bomparola y hasta Oscar de la Renta, uno de los diseñadores internacionales que tam- bién vistió a algunas celebrities internacionales, para la Red Carpet de Cannes. Perfecto para chusmear en un bar.
Y sino, siempre queda el arte y el diseño. Ese mundo colorido que nos transporta, en una tarde, a los espacios más lejanos, esos de sueños y de imaginación. Un cuadro, una lechuza, un espejo, un grillo, un collar, un par de aros gigantes dora- dos, un vestido en papel plisado, un sombrero de plumas, una rana, un sofá, un perro.
Infaltable el séptimo arte: el cine. Y la TV también. Con esos nuevos proyectos pictóricos que nos invi- tan a transportanos y contarnos un cuento. Una historia, que quizás surgió en un bar.
Bisous,
Betsy.-
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