Decir NO es saludable

Muchas personas asocian el “ser incondicionales” con algo positivo, que podría traducirse en salubridad, en ser buenas personas, buenos amigos, buenas parejas.
La realidad es que ser incondicional, significa que no hay ninguna condición de por medio, que cualquiera que sea la situación o el contexto, incluso las consecuencias, hay disponibilidad absoluta al servicio de ella.

Podríamos preguntarnos entonces: ¿Dónde quedamos nosotros mismos?, ¿Qué lugar queda para nuestro deseo? ¿Para nuestra salud mental? ¿Realmente creemos que poner a todo y a todos, en todas las ocasiones por delante de nosotros puede ser un camino saludable?

Más bien parecería un camino agotador en donde en vez de escuchar nuestro interior vivimos pendientes del afuera.

Esta cuestión, como todas las que competen al ser humano, tiene una explicación psicológica, y esa explicación consiste en que no tenemos representación psíquica del no. Cuando somos pequeños no nos enseñan a decir que no. ¿Qué sucede con esto a nivel psíquico? Dejamos de lado nuestro deseo, en vez de posicionaros como sujetos activos en nuestro accionar, quedamos encerrados en el deseo de la otra persona, lo que podría traernos, mal estar, estrés, sintomatología física o psíquica, angustia, tristeza, frustración, cansancio.

Quizá podríamos decir que no, mediante un trabajo reflexivo interno o a partir de la frustración que nos genera la no reciprocidad de las acciones por parte de los otros. O quizá porque se diera una situación en donde tenemos una imposibilidad realmente que no nos deja accionar, que ante un estímulo o una situación digamos que no. ¿Qué podría suceder en este caso? Probablemente se desencadenaría un torbellino de pensamientos en nuestra mente motorizado por la culpa. Empezaríamos a tener una catarata de pensamiento y preguntas como ¿Se enojara? ¿Qué me va a decir? ¿Tendría que haber dicho que sí?

Personalmente creo que todo lo aprendido o no aprendido, a lo largo de nuestra vida, y sobre todo en los primeros años, tiene una influencia importante en nuestro psiquismo y en nuestro accionar. Pero no es determinante ni imposibilitante. En muchos casos, podemos aprender lo no aprendido e incluso de construir patrones culpógenos que tenemos introyectados, por distintas vivencias.

¿Cómo? Les recomiendo 3 puntos de partida, que aplican para comenzar cualquier trabajo terapéutico que queramos comenzar:

  • Ganas de trabajarlo, voluntad. Ningún cambio puede emprenderse si la persona no tiene realmente ganas de estar mejor o de comenzar a mover algo.
  • Paciencia. Se aprende a prueba y error, por repetición, muchas veces vamos a decir que no, y nos va a costar sostenerlo, no atormentarnos con nuestros pensamientos, etc. Es importante continuar, recuerda que tú tienes que ser la protagonista.
  • Un espacio donde poder trabajarlo, donde poner en palabras. Trabajando con otra persona que nos guíe en el proceso.

Y recuerden, poner límites se traduce en salud mental.

Juliana Bereny

Colaboradora

Psicóloga argentina por profesión, vocación y pasión. Es feliz enseñando psicología y ayudando a las personas. Le encanta investigar sobre terapias alternativas y vías que lleven al interior. No hay un solo camino, lo importante es encontrar el tuyo.