Sesenta años después del cierre de la marca de Elsa Schiaparelli, Christian Lacroix estuvo a cargo de diseñar una colección homenaje que podría anunciar el regreso de la casa.
En un salón espejado de Les Arts Décoratifs, casi 20 looks estaban a la vista de todos. Para observar, comprender, conmemorar.
Pelucas de colores fucsia vibrante, pantalones holgados tipo rusos, moños por debajo del pecho, estridentes combinaciones en fucsia, verde y azul que se entremezclan para la colección haute couture del francés para la marca. Luego, un breve desfile que permite ver los vestidos en movimiento.
Lo que no se notaba a siempre vista eran los pequeños homenajes a la diseñadora en detalles, como una langosta con cola de esferas traslúcidas aplicada en un vestido, por ejemplo.
Un poco de historia
A los 22 años, la diseñadora italiana se mudó a Londres para trabajar de niñera. También vivió en Paris y Nueva York. En uno de sus viajes, fue invitada a una fiesta y no tenía vestido que ponerse. Habilidosamente se envolvió en una tela azul oscura que compró y la ajustó con un pin.
A mediados de los años 20, con el apoyo de Paul Poiret abrió su propia marca que luego cerró. Pero su carrera ya estaba catapultada. Realizaba tejidos con inspiraciones surrealistas, con las imágenes trompe l’oeil. Sus creaciones aparecieron en Vogue, y comenzó a crear ropa deportiva que la tenista Lili de Alvarez estrenó en Wimbledon del 1931.
Influenciada por el arte moderno, y amiga de pintores Dadaístas y Surrealistas, Schiaparelli creó colaboraciones con artistas como Salvador Dali y Jean Cocteau. Entre sus míticas piezas se encuentran el vestido de la langosta (similar al que usó Anna Wintour para el Met Gala del 2012 «Schiaparelli and Prada: Impossible Conversations»), el vestido con lágrimas o el del esqueleto, y el zapato en el sombrero.
Luego incursionó, al igual que se enemiga Coco Chanel, en los perfumes. El más famoso fue Shocking! de 1936, con una botella de cuerpo de mujer. El packaging era un fucsia shocking, signature de la diseñadora. En 1954, su marca cerró porque no pudo adaptarse a la crisis de posguerra.
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