Con sólo caminar hacia afuera del hotel en el que uno se hospeda, ya se encuentra con los paisajes de ciudadanos cubanos: la diferencia está en el jean. Ya nadie se viste como las damas antiguas de la Habana, llenas de colores y volados, con sus abanicos de tela, las canastas de flores y los turbantes en la cabeza. Ahora lo moderno está también en voga en Cuba.
Desde los balcones de edificios coloniales no cuelgan banderas, sino ropa de cama. Es que no hay «tenders» ni secarropas para las mujeres cubanas.
La Habana tiene una fuerte presencia militar, que recupera la memoria de los tiempos de la Revolución.