Una de las cosas que más me impactó del Musée du Louvre, además de los imponentes cuadros bélicos, fueron las joyas. Entre los diferentes espacios históricos de los egicpios y de la realeza europea, encontré piezas que probablemente fueran muy valiosas.
Es la Diadema de la duquesa d’Angoulême tiene 40 esmeraldas y 1031 brillantes sobre plata, y forma parte de una colección inglesa. Fue encargada en 1819 a los joyeros Évrard y Frédéric Bapst para completar las joyas en esmeraldas que Louis XVIII le ofreció a la hija de Louis XVI y Marie Antoinette. En persona, es una imponente corona con esmeraldas bastante azuláceas, y me recordó al agua de mar.
Desde el frío parisino, solo podía pensar en el verano. El mar, la pileta, los días larguísimo y el brillo de las olas espumosas. Por eso, ni bien volví del viaje planificamos la tapa de enero con mucha agua, en una divertida Pool Party.
Y así, emprendemos el viaje veraniego. Sea en una playa, en la pileta de un amigo o disfrutando de la jungla de asfalto completamente vacía y pacífica.
Parte de este viaje requiere un equipaje liviano: trajes de baño, protector solar y gafas de sol. Una vez armada la valija, allá vamos. El verano está por delante. Acompañanos.
Bisou,
Betsy.-
* Artículo original publicado en la Revista Slm Enero 2014
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