Casi en total oscuridad, la pasarela se llena de humo y la música cambia de ritmo. De a poco recobra la luz y la segunda parte del desfile comienza. Vestidos en plateado y con mucho brillo van marcando los pasos finales.
Largos hasta el piso o por encima de la rodilla, con escotes pronunciados o mangas, strapless o cerrados hasta el cuello, los diseños de Jorge Ibáñez levantan brillo en cada pisada.
Desde el backstage se respira fiesta. En su colección Mysterious Garden abundan los apliques de pedrería, bordados en plateado, peinados elevados y un juego de paletas entre coral y celeste, amarillo, rosados y plateados. Antes de empezar, Jorge Ibañez saluda y agradece a quienes lo ayudaron a crear el desfile, a sus padres y a Mirtha Legrand por estar presente.
La pasarela es un enorme jardín con árboles a los costados, una glorieta, un espejo antiguo, dos bancos y una escultura femenina. Por allí pasan las modelos, zigzagueando entre las columnas de vegetación.
El gran cierre: Elina Fernández con un imponente vestido de novia camina por el jardín creado por Martín Roig en el Sheraton de Retiro. Se apagan las luces y todas las modelos vuelven a salir a pasarela para dar una vuelta carrusel final. Primera, Ingrid Grüdke de plateado y detrás de ella van cambiando de tono: gris, celeste, amarillo.