Desde la esquina en la salida del metro ya se divisan los invitados al desfile. A su alrededor, cazadores de tendencias, fotógrafos y curiosos los observan ir y venir. Con invitación en mano, todas afuera del sobre listas para la foto, comienza el ingreso al Grand Palais.
Desde chica mi mama me contaba de este lugar, que habíamos venido cuando yo tenía 8 años y había quedado fascinada. Cuando lo vuelvo a ver esta mañana entiendo todo, aunque quizás hoy lo veo con otros ojos. Esta vez, está transformado en una gran galería de arte inspirado en Chanel, para la presentación de su colección ss2014.
Dos gradas (o escalinatas) blancas dividen la pasarela. Todo al rededor son cuadros, esculturas e instalaciones, como un maniquí recostado sobre una tarima o un robot con forma de perfume. Es una antesala para la inmensa doble C que marca el comienzo de la pasarela.
Sin avisar aparece la primera modelo y me doy cuenta que la música ahora suena más fuerte.
Una detrás de la otra, van saliendo para dar toda la vuelta. Desde todos los asientos puede apreciarse cada prenda. La iluminación es perfecta y las escalinatas permiten que aunque uno esté en la última fila pueda estar igual de cerca y con el mismo campo visual que el de primera.
Las estampas se traducen en arte abstracto, de colores entremezclados y en contraste con la clásica chaqueta estridente en fucsia. Bolsos y carteras son atriles brandeados y vienen con gigantes pinceles y mucho más color.
Hay blanco y negro, la tendencia que seguirá para el próximo verano, pero el foco de Karl Lagerfeld es el pigmento. Es un juego entre lo clásico y el arte, con el metier de crear prendas que son atemporales y que invitan a soñar.
Karl sale por uno de los costados, saluda a la prensa y desaparece. Las modelos terminan su pasada y el show está ahora en mano de las celebrities: Rita Ora, Zoe Kravitz, Katy Perry. Ellas son ahora el foco de todas las cámaras.
Vestidas por la marca hablan con algunos periodistas y posan para las fotos con Karl en el VIP.
A mi izquierda pasa Grace Coddington y siento escalofríos. La saludo pero ni me sonríe. Decepcionada sigo caminando y unos pasos más adelante es Hamish Bowles quien sí responde: «I’m a man on a mission» me dice. Me pregunto a dónde va.
En la puerta sigue la fiesta. Los fotógrafos están agrupados y me disparan flashes en la cara. Por las dudas, para no perderse la foto de quien sale por la gran puerta. «Primero disparo, luego miro quien es» parece ser el lema.
Bloggers, compradoras, fashionistas, excéntricos y editores. Todos salen por la misma puerta. A muchas las espera un auto y a otras, el metro.
Cerca de las doce del medio día no queda casi nadie. Que pase el que sigue.
slmenparis
